Pensamientos (II)
«Vivir la danza y danzar la vida«
No puedo medir el momento, el instante eterno, en el que vivo la vida plenamente. No sé si esa sensación, ese sentir la vida, dura unos segundos o forma parte de mi caminar continuo. Pero sí puedo expresar que estos fragmentos atemporales me llenan cuando bailo.
Cuando la danza como tal llegó a mi vida, no me había dado cuenta de que yo ya bailaba.
Porque cuando algo se mueve establece una danza con el aire, con la densidad del espacio que le rodea.
Pronto reconocí la danza en la capacidad de mi cuerpo de vibrar, de nacer y morir, cuando la energía le recorre… Y esto se convierte en la expresión viva del Alma.
En la danza que todos poseemos, podemos explorar las huellas de lo vivido, sentirnos intensamente parte del mundo que nos rodea, comprender quiénes somos desde la visión que sólo el cuerpo puede ofrecer… y conectar con lo sutil…
Lo sutil extrae lo positivo, porque es lo profundo…y genera una corriente renovadora en nuestro cuerpo, nuestra psique y nuestro mundo emocional. El cuerpo, su movimiento, su danza…es el camino que conduce al autoconocimiento, a una comprensión de lo no visible, de los pequeños y sutiles mecanismos de este universo en el que vivimos.
«Vivir la danza y danzar la vida» es el sendero abierto de cada persona para recorrer su más profunda realidad.
Podemos extender este legado, este impulso, esta necesidad de sentir el cuerpo. Podemos reunirnos y celebrar que cada uno de nosotros puede extraer su identidad a través de la danza, desde su más profunda raíz cultural, hasta su más intensa individualidad,… en la expresión artística de las culturas y en los dulces recorridos que cada persona crea cuando danza.